miércoles, 7 de noviembre de 2012

AQUELLAS PERSONAS QUE...

Aquellas personas que no están dispuestas a pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a cambios trascendentales.
Mahatma Gandhi.
Cambio, palabra que está en la boca de muchos políticos, jóvenes y viejos; en partidos de Izquierda y Derecha. Unos, temen al cambio, otros le añoran; es una palabra mágica, encierra esperanza o maldición. Cambio, palabra presente en frases de campaña, en discursos… cientos de veces pronunciada pero pocas, muy pocas se ha realizado. Políticos de diversos países le utilizan, porque saben del poder mágico que encierra.

Hoy en diversos escenarios vivimos un proceso de cambio, pronto hemos de presenciar el cambio en el mando federal, sale el presidente Calderón y entra el presidente Peña. En San Luis, como en otros estados de la república, vivimos el cambio de administraciones municipales. También, sufrimos la renovación de poder legislativo federal y local en ciertos estados. Todo cambio e implica un proceso de adaptación, en el cual se deberá de aprender el oficio y de ser posible generar nuevas ideas y proyectos. Lo único que pedimos, es que no demoren tanto en ese proceso de adaptación.

Pero hay un cambio, al que poca atención le hemos puesto; producto del proceso electoral de julio, próximo pasado. Los ciudadanos, demandan que los partidos políticos cambien, se renueven o se adapten a las inquietudes y necesidades de una ciudadanía, que cada día madura y empieza a reflexionar, exigiendo partidos congruentes. La razón es simple, para conquistar el voto, se promete todo y se dicen cosas bonitas; utilizan la mágica palabra: cambio. Pero siempre terminan engañados.

Los partidos de Izquierda, unidos; fueron abandonados por su candidato, Andrés Manuel López Obrador; este hombre simplemente se aleja, para conformar un partido de izquierda, más congruente con su discurso y en teoría, que no se preste a las concertacesiones obscuras y vergonzosas. Por otro lado, el partido de la Derecha, Acción Nacional sufre un descalabro, siendo arrojado al tercer lugar en la elección presidencial.

El caso de Acción Nacional, es dramático; porque tenían el poder y simplemente fueron derrotados, por quien siempre fue considerado el villano tenebroso. Hoy en San Luis Potosí, como en otros estados se promueve el refrendo de la militancia, es decir, quieren hacer un padrón más confiable, si lo hacen; de 60 mil miembros, activos y adherentes, terminarán en un número cercano a 15 o 18 mil; esa es la realidad en San Luis Potosí; en México de un millón, terminará en 300 o 450 mil miembros, esa es su realidad. El padrón creció, porque lo inflaron para ganar las contiendas internas, afiliaron hasta la escoba. Nadie se percató que en los últimos años, crecían muy poco, todo indicaba que la preferencia iba en picada.

Aunado a lo anterior, hemos de mencionar que a lo largo y ancho de nuestro país, leemos que la estructura formal de Acción Nacional, se encuentra secuestrada por grupitos de interés; que no perdieron la oportunidad para convertir al Instituto Político en una bolsa de colocación para sus secuaces. Hoy simplemente, lamen sus heridas y añoran el poder que perdieron. El cambio para los azules fue una maldición, que podría durar, según los expertos, doce años; lo contrario sería un milagro.

Una consecuencia de la maldición llamada cambio, para los azules, es que muchos de ellos formaran parte de la estadística del desempleo; aunque la verdad sea dicha muchos se convirtieron en azules para obtener el trabajo; pocos lucharon por los principios de su partido. Al perder el empleo, algunos abandonarán el color azul. Otros, esperarán un tiempo, para poder colocarse en otra posición, si no tienen éxito cambiarán de color. Primero está el comer, que ser cristiano.

La encrucijada es clara, los partidos deben de renovarse o ceder el lugar, se requieren en todos los Institutos Políticos, personas que busquen el cambio para responder a las necesidades e inquietudes de los ciudadanos. Aunque nos queda claro que Aquellas personas que no están dispuestas a pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a cambios trascendentales.