¡Paz, queremos paz!
¿Es mucho pedir? ¿Es inalcanzable? ¿Se construye, fabrica, regala, compra o vende?
Díganlo, ¡lo haremos!
Equipo Civilitas
San Luis Potosí, capital de
nuestro estado fue escenario de un enfrentamiento entre grupos delincuentes
rivales. Las pérdidas humanas fueron varias y varía según el medio de comunicación
que se revise, pero aunque solo hubiese sido una, es lamentable.
Mucho se ha acusado al presidente
de la república, Felipe Calderón; de ser la causa de la violencia; pero no nos
engañemos los grupos delincuentes están en México desde hace mucho tiempo;
sabíamos de su existencia, recordemos el atrevimiento de Caro Quintero, en el
sentido de comprar su libertad pagando la deuda externa de Nuestra Querida
Patria, unos dicen que fue broma, otros afirmaron que podría hacerlo.
Con la salida de los Colorados de
la presidencia de la República, PRI, en el 2000; los “pactos” o simulación
terminaron. Fue entonces cuando empezaron a aflorar muchos “Negros Durazos”,
con diferentes rostros; pero llenos de maldad. Sólo les importaba acumular: poder
y riqueza a la vez que disfrutaban los placeres de la vida.
Sin percibirlo, se fue
introduciendo en la cultura popular, una idolatría y admiración por los famosos:
pistoleros y narcos; se cantaban sus hazañas, eran los héroes del pueblo, los
modelos a seguir que demostraban como ser famoso, rico y poderoso en poco
tiempo. Todos fuimos culpables de ello. Primero en secreto, después con reserva
y por último con orgullo: periodistas, cantantes, políticos, militares y hasta
curas iban a sus “espléndidas fiestas”. Poco a poco, se aceptaron “sus favores”
y terminaron siendo parte de la Red de Cómplices del hampa.
Terminó la tregua y el país de
las maravillas se desvaneció… empezamos a ver en nuestras calles tiroteos,
muertos, algunos descuartizados; escuchamos de secuestros. Fuimos y somos mudos
testigos de la violencia que se desató. Violencia provocada por los diversos
grupos de delincuentes, que empezaron a pelear por las “plazas” ricas o “estratégicas”.
Los cuerpos policíacos y
militares, se corrompieron; al menos de esto dan cuenta los medios de
comunicación en sus ya famosas “notas rojas”. Las voces contra esta corrupción
se elevaron a voz en cuello, pero la denuncia no ha tenido respuesta o ha sido
débil. Soluciones se han propuesto: elevar el sueldo de los miembros del
ejército y de la policía, dotarlos de equipo profesional, mejorar el sistema de
reclutamiento y selección, optimizar el entrenamiento y tantas otras… pero nada
parece funcionar.
Lo único cierto, según parece, es
que miedo se apropia de los ciudadanos, ningún lugar es totalmente seguro; ni
siquiera nuestros hogares. Ante esta cruda realidad, surgen voces, que proponen
realizar un pacto con todos o al menos con los grupos más fuertes; para que “arreglen”
sus asuntos sin involucrar a la población civil.
Los políticos, hoy por hoy,
tienen un gran reto; devolver al ciudadano libre; la paz y tranquilidad que le
han robado. Tienen construir un mejor sistema de justicia, pronta y expedita; porque
nuestras cárceles están llenas y hay inocentes en ellas. Tienen que construir
un sistema correccional, que en verdad rehabilite y reintegre a la sociedad.
Pero además de todo lo anterior,
necesitamos un cuerpo de policía, que no solo llegue a tomar parte de los actos
delictivos; si no que también prevenga la delincuencia, organizada o no. Que no
se dedique a extorsionar a los ciudadanos en los “retenes” anti alcohol, porque
son incapaces de detener delincuentes o será que son cómplices.
Los ciudadanos libres, deben
hacerse presentes con los políticos electos, hayan votado por ellos o no; para
que se dediquen a trabajar, en este tan delicado rubro; tienen que alzar la voz
en cuello para decir: ¡Paz, queremos paz! ¿Es mucho pedir? ¿Es inalcanzable?
¿Se construye, fabrica, regala, compra o vende? Díganlo, ¡lo haremos!