viernes, 17 de agosto de 2012

Si la justicia existe...


Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia.
Paul Auster

Decían los antiguos, la Justicia es una dama con ojos vendados, sosteniendo en su mano derecha la espada y en la izquierda… una balanza. Antes, tras cometerse un delito, el acusado era llevado ante el juez, quien le dictaba sentencia; si era condenatoria, el verdugo procedía a cumplir la sentencia. Hoy por hoy, la impartición de justicia es diferente; ya no es pronta y expedita.

En nuestro México, lindo y querido, tenemos demasiados casos que dan prueba de ello; podemos citar algunos que han trascendido en el tiempo y el espacio. Recordamos la muerte de Luis Donaldo Colosio, un 23 de marzo de 1994, en aquel entonces se detuvo a Mario Aburto y se afirmó que con su arresto y condena todo había terminado; sin embargo, en la mente de varios quedó la impresión de que faltaban más culpables de ser llevados ante la justicia. Incluso algunos pensaron que Mario Aburto era un simple “chivo expiatorio”.

También recordamos el asesinato de dos funcionarios americanos, asesinados en la carretera 57, en las cercanías de Santa María del Río, en el estado de San Luis Potosí. Rápidamente las fuerzas del orden se movilizaron y llevaron ante la justicia los presuntos responsables, quienes fueron señalados como miembros del crimen organizado. Y qué decir de lo acontecido en el Casino Royal, en la Sultana del Norte, un crimen cobarde que dejó dolor en la ciudadanía de Monterrey. Aunque se han presentado presuntos responsables, los ciudadanos no están conformes por una simple y sencilla razón; por más criminales que lleven ante las autoridades, jamás podrán reparar el daño, las pérdidas humanas jamás podrán anularse.

Todos los afectados, por el crimen organizado, claman por justicia; sin embargo, además de enfrentarse a un sistema policial que no previene el delito, se tiene que tolerar a un Ministerio Público, que es lento para investigar e integrar las averiguaciones previas, sin las cuales los presuntos pueden salir libres. Agregue que los familiares y amigos de las víctimas del delito, tienen que tolerar la acción de los organismos defensores de los derechos humanos, quienes intervienen para verificar que en todo momento los derechos de los presuntos responsables sean respetados.

El colmo de la “justicia” mexicana, es que en diversas ocasiones los organismos defensores de los derechos humanos, actúan con tal ímpetu que logran la liberación de los presuntos infractores; es ahí cuando nos preguntamos, ¿y dónde estaban los organismos defensores de los derechos humanos, cuándo asesinaron a ciudadanos inocentes, cuyo único pecado fue estar en el lugar y momento equivocado?

Es cierto, que tenemos un sinfín de fallas, lagunas legales; así como imperfecciones en los cuerpos policíacos, que van desde falta de equipo, entrenamiento e incluso falta de honestidad. Esto no es secreto, se comenta en diversos medios y por diversos personajes. La situación es tal, que los ciudadanos afirman que se encuentran en estado de indefensión; nadie los protege, nadie los cuida.

Ante tal situación, los ciudadanos sólo pueden clamar por justicia y exigir a sus gobernantes y diputados; que se dediquen a trabaja en un sistema legal que pueda garantizar la justicia; porque “Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia”.