Dicen que la
historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan.
Camille Sée
En los últimos dos meses hemos
tenido de todo, producto del proceso electoral; se dio la pugna política en los
tribunales y fuera de ellos; si el veredicto nos favorecía aplaudíamos y lanzábamos
porras al viento; si por el contrario el veredicto nos quitaba la oportunidad de
ser el alcalde, diputado o presidente de la República… simplemente condenábamos
los oscuros contubernios celebrados a espaldas del pueblo.
Hemos sido testigos de la pugna
al interior de los partidos de izquierda, que a juicio de muchos, traicionaron
a Andrés Manuel López Obrador, porque se jactaron de tener una estructura y presencia
en todo el país; nada más falso. Como consecuencia, López Obrador, construirá
su propio partido quitando a los partidos de izquierda, estructura y
presencia. Lo que sea de cada quien, AMLO sigue teniendo carisma.
Por desgracia, también hemos
sufrido el flagelo del crimen organizado o desorganizado, vaya usted a saber. El
pasado 12 de agosto, la Siempre Bella Perla del Altiplano, Matehuala; se tiño
con la sangre de su alcalde electo: Edgar Morales, masacrado junto con su
compañero, amigo y hermano Francisco Hernández Colunga. Las causas siguen
siendo un misterio y los responsables siguen libres; escuchamos una débil
declaración de la “autoridad competente” afirmando que había sido una
confusión.
Tras la muerte del amigo y
compañero, Edgar Morales; surgió la pugna por el poder. Era de esperarse que
oportunistas y los leales seguidores de Edgar se enfrentaran; en silencio y a
hurtadillas caminaban esparciendo el rumor en pasillos y corrillos de Palacio
Municipal, así como en las oficinas estatales del Partido y en la casa Noelia,
viuda de nuestro amigo. Al final de cuentas, parece que se llegó a un arreglo
entre las diversas facciones, porque tenemos que aceptar que hoy ya no existe
un solo grupo gobernando en Matehuala, veremos si pueden llegar a buen puerto,
para ello necesitarán una mano firme en el timón.
Mientras esto sucedía en nuestra tierra,
en el resto del estado se daba el cambio de poderes; escuchamos las mismas
historias… sólo cambian los lugares y personajes, pero la trama es la misma. Escuchamos
de gobernantes, al menos de los decentes, que tienen al inicio de su período;
objetivos, proyectos y sueños; cuando esto termine les quedará un poco de
desilusión y hiel.
En tal lugar, se dijo: “daremos
de baja a “x” número de empleados, pues nos dejaron la nómina abultada”; en
otro, “tenemos proyectos, pero iremos con el gobernador, para que nos brinde su
apoyo como gobernante y compañero de partido”. Y perdón para los creyentes,
pero funcionarios que jamás o hace mucho no se acercaban al templo, ahora como
flamantes funcionarios, harán acto de presencia con profunda solemnidad.
No olvidemos que por estas
fechas, habrá funcionarios que se reencuentren con amigos, que no veían y harán
nuevas amistades; la agenda se habrá de saturar de invitaciones. No olvidemos
que reaparecerán en escena, dos o tres parientes incómodos, de esos… que nunca
faltan. Todo esto aplica para todos los niveles y para todo México.
Después de un par de semanas,
empezarán los reclamos y los funcionarios, servidores públicos, empezarán a
trabajar; tendrán su plan de los 100 días. Juraran resolver la problemática del
municipio; pero por desgracia, no han considerado en su plan de los 100 días,
el factor económico. Recordemos, además de la nómina abultada, el otro problema
es la falta de recurso económico y la falta de crédito. Esto no impedirá a
regidores, diputados, líderes sociales o gobernantes de cualquier nivel; emitir
juicios y sentencias a diestra y siniestra.
Por desgracia en México, los
servidores públicos por elección, no pueden ser removidos de su puesto sin
agotar un largo y burocrático procedimiento; y jamás escucharemos de ellos por
mutuo propio: renuncio. Pero eso sí, promoverán la caída de uno que otro
funcionario o al menos lo tendrán de “encargo” y además, tendrán en la punta de
la lengua el rollo del caos financiero y administrativo, generado por la pasada
administración; sin entrar a la discusión sobre las causas que le propiciaron y
sobre todo, las alternativas de solución.
Todo lo anterior y más, es lo que
vamos a escuchar y leer; es la misma trama; con otros personajes y distintos
escenarios. Tal vez, por casualidad, encontraremos un escritor que se atreva a
escribir un final distinto, pero los actores se esforzarán por apegarse a la
historia original por eso: “Dicen que la historia se repite, lo cierto es que
sus lecciones no se aprovechan”.