sábado, 20 de noviembre de 2010

NO PODEMOS TENER UNA REVOLUCIÓN

“No podemos tener una revolución que no involucre y libere a las mujeres.” John Lennon. Dice una canción que lo que pidan, podemos. Son motivo de miles de poemas y cientos de melodías les tienen por tema central: las mujeres son las inevitables compañeras del soldado revolucionario mexicano. En cientos de películas les retratan como la fiel compañera, que sigue a “su hombre”, sin importar el calvario de la batalla o el sufrimiento de las incomodidades propias de los campamentos revolucionarios.
Si solteras eran, las famosas soldaderas seguían a su hombre para protegerle y sobre todo, para ver realizada la promesa de matrimonio. Si era la esposa, no le importaba cargar con los huercos, aunque tuviera que protegerlos con sus faldas; o bien, cargarlos a sus espaldas. La mujer tenía el compromiso de ser fiel en las buenas y en las malas; en la salud y en la enfermedad; en la guerra y en la paz. Era compañera para las veinticuatro horas del día, durante todo el año.
Se dice fácil, pero no siempre se le ha dado a la mujer el lugar que realmente se merece y por demás ganado. Los chovinistas siempre han pretendido concederle el lugar más oscuro, con el mínimo de derechos; para ellos las mujeres tienen menos valor que un pedazo de asfalto, prefieren y consienten a sus animales domésticos más que a su compañera de “toda” la vida; parecen palabras crueles, pero así es la realidad y a pocos les importa.
Después del triunfo de la Revolución Mexicana, las mujeres continuaron con el mismo ritmo de vida. La Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, continuaba divulgando y permeando los patrones de conducta siempre recatada entre las mujeres. El ideal era tener ALTER MARIAS; es decir, otras Marías que hicieran vida el ejemplo de la Virgen Santa María, Madre de Dios. Esto no es nada malo, mucho menos nocivo. Lo cruel era que se imponía un patrón de conducta, sometiendo un poco o un mucho, el libre albedrío de las mujeres; pero para juzgar esta situación; nadie mejor que usted amable lector, pues su comentario siempre se encuentra en el justo medio.
De hecho, después de la Revolución Mexicana, pocas eran las mujeres que podían desempeñar labores, consideradas en ese entonces como masculinas. Pocas eran las actividades profesionales, en las que podían participar las mujeres; tal pareciera que el Creador del Universo, Señor y Dador de vida, solo hubiese pensado en el hombre para desempeñar todo tipo de actividad económica. Dejando reservadas a las mujeres las actividades secretariales o de limpieza; como si las mujeres solo sirvieran para mantener en orden y limpio los espacios de los varones.
El tiempo transcurrió y los varones generosamente, permitieron que las mujeres pudieran ingresar a otro tipo de actividades, como la enfermería. Continuando con el patrón: Orden, Limpieza, Salud. Aunque también fueron los varones benévolos y permitieron que las damas pudieran ser meseras. Todas las actividades siempre para beneplácito del varón, siempre para su atención. Claro está que si la dama contraía nupcias, se encontraba obligada a dejar la actividad económica, porque su principal tarea y obligación, ante Dios y los hombres, era ser esposa y madre.
Sin embargo, cuando las mujeres empezaron a interesarse por actividades que nada tenían que ver con la limpieza, la salud o el orden; entonces fue que los varones empezaron a catalogarles de ligeras, libertinas, moral relajada, imprudentes y demás calificativos; que únicamente les señalaban como sujetos o ciudadanos de segunda clase. Cuando las mujeres votaron por primera vez, eso sí que fue toda una fiesta democrática, porque por primera vez, se le concedía la categoría de CIUDADANA a la compañera de nuestros días.
Se le dio el Derecho a votar, pero no a ser votada; es decir tuvieron que pasar demasiadas décadas, para que las mujeres pudieran aspirar a un puesto de elección popular; ocupando la titularidad del cargo. Era imposible, que se le concediera tanto derecho en una sola exhibición. Pero justo es de mencionar que a pesar de que hemos escrito “se le dio el derecho”, lo justo sería afirmar se le reconoce el derecho a votar y ser votada.
Porque la mujer como miembro del género humano, tiene derechos por naturaleza; le pertenecen y nadie se los da, como si fueran una dadiva o regalo; si acaso Dios es el único que tiene tal facultad de dar derechos; pero incluso él que es dador vida, respeta la voluntad y el libre albedrío; nunca doblega voluntades, ni mucho obliga a que le amemos. Es por ello que debemos aquilatar ambas cualidades del Ser Humano y la mujer, es un Ser Humano.
También con el correr del tiempo se le permitió ingresar a la docencia, con la finalidad primaria de que siguiera desempeñando el papel de niñera, pero con el paso del tiempo se convirtió en Maestra. Hoy por hoy, todos tenemos en nuestra mente a una mujer a la que recordamos, por enseñarnos a atar nuestras agujetas y las primeras letras. Incluso algunas despertaron la vocación, que hoy tenemos y nos forjó el temperamento que nos caracteriza. No en vano las mujeres son divinas.
La osadía de la mujer llegó al máximo cuando incursiona en la universidad, buscando nuevos horizontes para desempeñarse, para demostrar que no sólo es un rostro bello lleno de candor, quería y demostró que podía competir con el género masculino, demostrando en más de una ocasión que tiene la capacidad para competir por el mismo puesto que el varón. Sin perder la feminidad demostró capacidad.
La Revolución Mexicana, se encuentra en deuda con ellas y poco a poco se les está reconociendo su papel al lado del varón. Tenemos ejemplos reales de profesionalismo y entrega al deber. Hoy por hoy, en pasillos y corrillos, más de un comentario se externa reconociendo esta gran verdad; incluso ya tenemos mujeres que son mencionadas para ocupar la primera posición política de la República Mexicana. Hay mujeres que se encuentran al frente, de manera real y no ficticia de varios Institutos Políticos, por ser simplemente capaces.
Toca a las nuevas generaciones consolidar lo alcanzado hasta este momento; o bien, destruirlo. Pero antes de optar por destruirlo, se deberá tomar en cuenta todo lo alcanzado hasta este momento. Lo principal es que las mujeres, son compañeras y no rivales de los varones. Tenemos que seguir luchando por la dignificación del género débil, que nos ha demostrado que nada tienen de débiles y sí mucho de fuerte. El discurso chovinista o machista, está perdiendo fuerza a cada instante.
Podemos continuar con el discurso de que son el pilar de la familia, célula básica de la sociedad y por ello deben de renunciar a su derecho de realizarse como personas y profesionistas. Podemos realizar cuanto evento se desee para honrarles y venerarles; pidiendo que continúen en segundo plano, eclipsadas por la labor del varón; pero es demasiado tarde, ellas han comprendido que no son luna, sino estrellas que brillan con luz propia. Porque “No podemos tener una revolución que no involucre y libere a las mujeres”.
Escríbanos a civilitasmatehuala@gmail.com, visítenos en nuestro blog http://civilitasmatehuala.blogspot.com o si lo prefiere; encuéntrenos en http://www.facebook.com/CivilitasMatehuala y en http://twitter.com/CivilitasMth/ Hemos abierto diferentes medios para que Usted, amable lector, nos retroalimente con sus comentarios.